martes, 16 de octubre de 2012

El Valor del Trabajo Digno con relación al Desarrollo. Parte II. Por Milagros Lamper





¿Qué es lo qué nos interesa trazar en el carácter general del comportamiento social y político, desde la óptica socio cultural para el desarrollo? 

     Habituados, a compartir la cotidianidad de él(a) ciudadano/a, el(a) vecino/a, siguiendo ciudadanía palpamos su actuación, inmersos en el sistema del poder local, marco-horizonte para nuestra indagación, una serie de intereses colectivos, sujetos a la acción del poder social y pudieran configurarse, tanto externa como internamente, al vecindario.

     La experiencia señala que habría de alinearse al concepto de Capital Social basado en  valores estructurales y Capital Humano, en las diversas formas de organización, cuyo énfasis se centra en las redes comunitarias, a fin de facilitar el trabajo y asentar el Valor Trabajo en Equipo, beneficio y motivación, para la ejecutoria de una gestión eficaz y transparente, siempre y cuando, prevalezca entre ellos, a nuestro modo de ver, la impronta del Valor Honestidad.

     Por tal razón, al echar mano del concepto “cultura” adjetivado con política social, no es más que intentar cubrir la mayor parte de los contextos y formas, del supuesto comportamiento político, abandonando la idea de circunscribirlo o encuadrarlo, dentro de límites inmoderados y contrahechos, indagando lo político, en ámbitos que aparentemente no son políticos. Siendo que la cultura política, hace referencia a los dos elementos fundamentales del supuesto ámbito político: el poder y la colectividad, mezclándose sobre todos los contextos, en los que éstos interactúan.

     Entonces, ubicamos nuestro objetivo sobre la sociedad local como nivel colectivo abarcable para la investigación, y aún dentro de ésta, queremos ocuparnos de los niveles más cercanos a la cotidianidad, por eso, convivimos con los del barrio o en caseríos rurales, nos ha permitido ampliar el marco horizonte de nuestra investigación.

      Disponer nuestra ubicación, al nivel más básico de la articulación colectiva: ciudades -el barrio- y caseríos rurales por ende, nuestra interpretación del barrio asentado en estructuras formales aisladas, vemos su participación insuficiente, porque esta basada en una espera infinita llena de esperanzas, lo que les lleva a conformarse, con ese poco dudoso, desde nuestro punto de vista. Asimismo, con atención a sus demandas, por carencia de insumos necesarios para la sobrevivencia, obviamente, uno de los errores más frecuentes, es obligar a los vecinos a aceptar mansamente, lo que el otro (estado, nación, municipio, empresa) pueda darle.

     Por tal razón, nos hacemos parte por espacio de año y medio, en conjuntos más o menos definidos, de grupos domésticos pertenecientes a distintos sectores sociales, dotados de innegable entidad administrativa, participando en cierto grado de sus intereses comunes, y por tanto, esto lo constituye un nivel susceptible de desarrollo socio-político en si mismos respetados, dentro de un contexto político, mucho más desarrollado y formal institucionalmente, como lo es el Municipio.

     Es por esto, que al liberarnos de esta apariencia compartimentalizada de la sociedad -en la medida de lo posible en vez de la política partidista- preferimos considerar como objeto de estudio: la cultura política, esta deferencia flexible, nos acerca más a los fenómenos políticos y quizás podamos, aproximarnos con más garantía, al entendimiento del comportamiento socio- político-comunitario.

     Del mismo modo, vivimos con los del barrio o en el caserío, lo irremediable la generación conflictos, para dar sentido a la desazón en lo expresado por el vecino líder: haber sido suplantadas de la noche a la mañana, por otra figura legal, cuando el barrio y/o comunidad no se siente identificado ni representado con la labor del ente que rige sus destinos, invariablemente ver el surgimiento de organizaciones paralelas, que no son reconocidas dentro de las comunidades ni en instancias gubernamentales a nivel local (Municipio).

     En este sentido, hemos escuchado a los dirigentes vecinales decir: “los poderes públicos nos necesitan (consejos comunales, organizaciones vecinales) porque nosotros extendemos las políticas públicas municipales y sí la Alcaldía tuviera que pagar por la labor que realizamos, no podrían asumir los costes”.

     Así de vivido es el enunciado que nos ocupa, acerca de las relaciones de poder, redes sociopolíticas articuladores de colectivos, sociabilidad y asociacionismo, formas del liderazgo social, formas discursivas sobre el poder, modelos identificativos capital social y pertenencia colectiva, cualquier acción social que incumpla o sustente, el ejercicio del poder, sobre el colectivo, sea cual fuere, el ambiente del entorno objeto de estudio.

     Por último, la consideración de lo  “colectivo” como tal, precisa del desarrollo en el seno de un sistema de poder, en mayor o menor medida autocentrado, con lo cual, podemos conceptuar analíticamente como colectivo, a cualquier agregado de individuos, a todos aquellos que formal o informalmente, presentan algún tipo de articulación interna. Es decir, intereses comunes desarrollados políticamente para la satisfacción de su objetivo primario.


Milagros Lamper
Investigadora Social
FUNDACAEVA. Dejando Huellas...
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